La colonización del territorio que hoy es la República Democrática del Congo se desarrolló principalmente durante el reinado de Leopoldo II de Bélgica (1885–1908), primero como Estado Independiente del Congo (propiedad personal del monarca) y, tras el escándalo internacional, como Congo Belga bajo administración del gobierno belga (1908–1960).
El objetivo principal del dominio colonial fue la explotación económica, especialmente del marfil primero y, desde finales del siglo XIX, del caucho, cuya demanda mundial aumentó drásticamente.
El régimen impuesto estableció un modelo conocido como economía de extracción forzosa, caracterizado por:
Trabajo obligatorio: la población indígena era obligada a recolectar caucho o entregar cuotas de marfil. El incumplimiento de estas cuotas se castigaba con extrema dureza.
Control militar: el territorio era controlado por la Force Publique, una fuerza militar colonial encargada de imponer las órdenes del rey mediante coerción, castigos físicos y destrucción de aldeas.
Sistema de concesiones: grandes compañías privadas recibían territorios para explotar recursos. Estas compañías imponían sus propias reglas y castigos, muchas veces aún más duros que los del Estado.
Las principales prácticas represivas fueron:
Castigos corporales y mutilaciones: uno de los símbolos más conocidos de la violencia del periodo es la mutilación de manos. Cuando los soldados debían justificar el uso de munición, se les exigía entregar la mano derecha del cadáver enemigo. Esto llevó a que se cortaran manos incluso a personas vivas para “probar” disparos o intimidar poblaciones enteras.
Tomar rehenes para asegurar cuotas: era habitual que mujeres, niños o ancianos fueran secuestrados para forzar a los hombres a recolectar caucho. Los rehenes sufrían malos tratos y podían ser ejecutados.
Destrucción de aldeas y desplazamientos forzosos: si un pueblo no cumplía las cuotas, las tropas quemaban viviendas, destruían cultivos y obligaban a la población a desplazarse, generando hambrunas y desestructurando comunidades enteras.
Torturas y ejecuciones arbitrarias: se documentan azotes, palizas, encadenamientos, encarcelamientos sin juicio y ejecuciones públicas como método de control social.
Explotación extrema y mortalidad masiva: las condiciones de trabajo, unidas a enfermedades, malnutrición y violencia directa, provocaron un descenso demográfico masivo. Las estimaciones varían, pero se calcula que entre 5 y 10 millones de personas murieron durante el periodo del Estado Independiente del Congo.
A comienzos del siglo XX diversas denuncias de misioneros, diplomáticos y periodistas (como el influyente informe de Roger Casement y la campaña humanitaria de E.D. Morel) sacaron a la luz las atrocidades. La presión global obligó finalmente a Bélgica a retirar el Congo del control personal de Leopoldo II en 1908.
Aunque la violencia más extrema disminuyó bajo la administración del Estado belga, el sistema siguió siendo profundamente colonial, racista y desigual, con:
Segregación racial
Trabajos forzados en obras públicas
Explotación minera intensiva
Ausencia de derechos políticos para la población congoleña.