Texto 1: Justificación
Europa puede considerarse como una casa de comercio que ha visto desde hace algunos años decrecer su volumen de negocios. El consumo europeo está saturado; es preciso hacer surgir de nuevas partes del mundo nuevas capas de consumidores, so pena de asistir a la quiebra de la sociedad moderna.
Jules Ferry (1832-1893) primer ministro francés y creador del imperio colonial.
Texto 2: Sobre las causas
Estaba ayer en el East End y asistí a una reunión de parados. Escuché fuertes discusiones. No se oía mas que un grito: "pan, pan". Cuando regresé a mi casa me sentí todavía más convencido de la importancia del imperialismo (...). Para salvar a los cuarenta millones de habitantes del Reino Unido de una mortífera guerra civil, nosotros, los colonizadores, debemos conquistar nuevas tierras para instalar en ellas el excedente de nuestra población y encontrar nuevas salidas a los productos de nuestras fábricas."
Sir Cecil Rhodes. Carta al periodista Stead. 1895.
Texto 3: Discurso en la Cámara de los Diputados
“¡Razas superiores! ¡Razas inferiores! ¡Se dice pronto! Por mí parte, me opongo a tal idea, especialmente después de haber visto a sabios alemanes demostrar científicamente que Francia debía ser derrotada en la guerra franco-prusiana porque el francés es de una raza inferior al alemán. Desde entonces, lo confieso, me lo pienso dos veces antes de juzgar a un hombre y a una civilización y de decretar: hombre o civilización inferior”. Esta cita de Georges Clemenceau aparece reproducida en muchos manuales de enseñanza secundaria y es raro que una historia de la colonización olvide mencionarla. Este republicano radical francés se expresaba así en julio de 1885 en la Cámara de Diputados de Francia para oponerse a Jules Ferry, quien no dudaba en jerarquizar las “razas” para justificar las (...)
Georges Clemenceau, julio de 1885.
Texto 4: El libro negro del colonialismo
Con la mezcla característica de ignorancia, ceguera, mala fe y tranquila creencia en la superioridad de la "raza blanca". Leopoldo II (rey de 1865 a 1909) y sus agentes quisieron justificar, en nombre del "progreso", el recurso a la imposición y a la violencia contra los africanos (...) Además del aprovisionamiento obligatorio de marfil y de caucho a los agentes del estado y de las compañías, los africanos se veían obligados a toda una serie de imposiciones, trabajo forzados, transporte como porteadores... No respetar las obligaciones implicaba la respuesta inmediata del puesto administrativo o de la factoría más rpóxima (...). El trabajo aforzado fue legalizado en 1892 para contribuir a la construcción y mantenimiento de las pistas y de los primeros equipamientos colectivos (...) Todos los testimonios directos, en particular los de los misioneros protestantes y no belgas, concuerdan en atestiguar el rechzo de los africanos a someterse.
Marc Ferro (dir.) El libro negro del colonialismo.
Texto 5: Sobre las formas
¿Cómo debemos colonizar? Desgraciadamente los métodos colonizadores han pecado a menudo de violentos. Se pretendía que la guerra contra razas inferiores era legítima o que no era permisible dejar sin explotar tanta riqueza perdida hasta entonces para el género humano. A partir de ahí, guerras injustas, masacres odiosas y explotaciones bárbaras han comprometido hasta largo tiempo la obra civilizadora de los vencedores.
Francia, capaz de una acción generosa y humana, ha sido la primera en preconizar el método pacífico. Ella impone los colonos a sus indígenas, no por la fuerza, sino por la civilización bienhechora (...) Se trata de explotar mediante un trabajo razonable los recursos de la región, subvenir a sus necesidades mediante un comercio leal. Los colonos aparecen no como dueños, sino como guías instruidos, como protectores.
Rogie y Despigues. Historia de Francia para el curso superior (1906).